lunes, 11 de febrero de 2013




Yo soy muy de flechazos. Lo estaba pensado ahora mismo, en la hora del té (un poco adelantada esta vez)
y lo sé por que recuerdo cada mirada de cada flechazo que nunca duro mucho tiempo pero que fue magia al instante. Como este té caliente, que me gusta tanto que ni si quiera le añado azúcar.
 Tan caliente, tan sabroso que provoca adicción y que siempre dura menos de lo que esperas.  



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Historias que contar