Yo soy muy de flechazos.
Lo estaba pensado ahora mismo, en la hora del té (un poco adelantada
esta vez)
y lo sé por que recuerdo cada mirada de cada flechazo que
nunca duro mucho tiempo pero que fue magia al instante. Como este té
caliente, que me gusta tanto que ni si quiera le añado azúcar.
Tan
caliente, tan sabroso que provoca adicción y que siempre dura menos
de lo que esperas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Historias que contar